lunes, 19 de abril de 2010

caballeros medieval




El caballero era un guerrero a caballo de la Europa medieval que servía al rey o a otro señor feudal como contrapartida habitual por la tenencia de una parcela de tierra, aunque también por dinero o como tropa mercenaria. El caballero era por lo general un hombre de noble cuna que, habiendo servido como paje y escudero, era luego ceremonialmente ascendido por sus superiores al rango de caballero. Durante la ceremonia el aspirante solía prestar juramento de ser valiente, leal y cortés, así como proteger a los indefensos.


Un caballero es, en la acepción más pura para la palabra, una persona que monta a caballo, teniendo una gran riqueza en cuanto a significados y connotaciones, ya que el hecho de montar a caballo ha significado una condición social muy diferente y cambiante en las distintas etapas históricas. A esto se le llama caballero medieval.

Para las tribus nómadas del Asia Central existía una relación entre hombre y caballo muy estrecha, según la cual el caballo era no sólo medio de transporte, sino también fuente de alimentación y figura en los rituales mágicos religiosos. Para los romanos y griegos, en cambio, ser caballero implicaba un prestigio social y económico dado el costo de mantenimiento de un caballo. En la Edad Media, la institución de la caballería estaba relacionada con un código de conducta y de honor que definía no solamente el arte de la guerra, sino que también implicaba la conducta social.

Los caballeros nacieron de la necesidad, entre los nobles y la Iglesia, de defender los dominios contra los enemigos o contra los pillajes y rapiñas de caminos. De esta forma, la Caballería fue un ejército coercitivo. Los caballeros o milites, utilizando el vocablo latino con el que eran denominados, defendían los intereses de aquellos de quienes dependían, es decir, de los señores que les mantenían. Los caballeros eran encargados de cobrar las cargas que aquellos señores imponían a los campesinos. Así como en los caballeros predominaba en sus orígenes el espíritu guerrero, en los primeros relatos artúricos se da mayor énfasis al valor militar, a los hechos de guerra y a las descripciones de las batallas. La Iglesia se opuso al poder de esos milites, pues los dominios eclesiásticos tenían también que satisfacer dichos pagos, aunque posteriormente, desvió el apetito de combate de los milites hacia objetivos más acordes con el espíritu cristiano: la lucha contra las injusticias y la lucha contra los infieles. De esta forma, poco a poco la Iglesia aceptó el uso de la violencia hasta tal punto que de la Iglesia salieron célebres narradores artúricos, como es el caso de Robert de Boron, a finales del siglo XII, y la misma Iglesia proclamó la Primera Cruzada contra los enemigos de la fe cristiana.


cruzadas en la edad media




Las cruzadas fueron una serie de campañas militares comúnmente sostenidas por motivos religiosos llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana, en particular, de los francos de Francia y el Sacro Imperio Romano. Las cruzadas con el objetivo específico para restablecer el control cristiano de Tierra Santa se libraron durante un período de casi 200 años, entre 1095 y 1291. Otras campañas en España y en Europa oriental continuaron hasta el siglo XV. Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los musulmanes, aunque también varias campañas se hicieron contra los eslavos paganos, judíos, los cristianos ortodoxos griegos y rusos, los mongoles, los cátaros, husitas, valdenses, prusianos, y principalmente a los enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaron votos y se les concedió la penitencia por los pecados del pasado, a menudo llamada como indulgencia.

Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
El Papa Urbano II (1088-1099) fue quien la puso en práctica. En 1095, la invitación a la lucha contra los turcos arribaría en embajadas francesas e inglesas a las cortes de las naciones europeas medievales más importantes: Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría (Hungría no se unirá a las primeras cruzadas por guardar el luto de 3 años del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría (1046-1095), quien antes de morir habría aceptado participar en la campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano II se sucedió en el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), jueves 27 de noviembre de 1095, proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la denominada primera cruzada (1096-1099).


Gracias a la división de los Estados musulmanes, los Estados latinos (o francos, como eran conocidos por los árabes), consiguieron establecerse y sobrevivir. Los dos primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces que extendieron el reino a toda la tierra entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más allá. Rápidamente se integraron en el cambiante sistema de alianzas locales y así pudieron verse enfrentamientos entre la alianza de un Estado cristiano con uno musulmán contra la alianza de otro Estado cristiano con otro Estado musulmán.

Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba decayendo entre los francos, cada vez más cómodos en su nuevo estilo de vida orientalizante, entre los musulmanes iba creciendo el espíritu de jihad o Guerra Santa, principalmente entre la población, movilizada por los predicadores contra sus impíos gobernantes, capaces de tolerar la presencia cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse con sus reyes.


Durante la edad media, la Iglesia organizó Cruzadas para recuperar el territorio santo de Jerusalén, que había sido invadido por los árabes.

De esta misma forma, hoy en el siglo XXI, nosotras: Carla, Carmen y Yasna , alumnas del 8º B 2004, impulsadas por nuestra profesora de Lenguaje: Elena Cautivo y nuestra fascinación por los libros, hemos decidido emprender esta Cruzada por la Lectura, un placer genial que ha sido invadido por la falta de imaginación que presentan las comodidades de los medios actuales.